Sobre ella
La niebla cubría toda la orilla del puerto, las calles todavía estaban húmedas por la lluvia de anoche. Su respiración estaba agitada, sus ojos cristalinos, sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo. No por el frío, simplemente quería esconder su ira, su miedo.
Hombre – Te he estado buscando toda la noche. ¿Dónde has estado?
Lo ignoró por un segundo, tal vez dos. Saco su encendedor y un cigarro. Se puso el cigarro en los labios realizando toda la secuencia para encenderlo, pero no lo hizo.
Ella (Mirando al horizonte)- No te preocupes por donde estuve anoche. Mejor preocupate por donde estaré mañana.
No digas tonterías.
¿Tonterías? Tu no sabes lo que me ha pedido.
Es su decisión y tu debes apoyarlo. Ya lo intentaste y no lograste nada.
Ella gira bruscamente hacia el hombre, sus ojos están más cristalinos.
Le pedí un año y...
No lo lograste. Debes cumplir tu palabra.
El silencio de los pasillos son una referencia a un cementerio, más que a un hospital. Al entrar a su habitación lo encontró como siempre. Ella tomó su mano, acaricio su cabeza. Su respiración era débil. Se veía tan calmado, tan delicado, tan frágil.
Los doctores me dijeron que estás desahuciado, que tu estado es irreversible. Cuando empezamos esto; nunca comprendí la gravedad del asunto. Tu, tan fuerte; imposible verte en este estado. Nos esforzamos tanto...
El dolor (amor) le hace un nudo en la garganta, da un respiro; profundo, largo y continua.
Ahora debo de aceptar tu partida, pero que nadie me diga que no luche por ti. Porque lo hice. Día a día. Y al carajo las enfermedades; te amé, te amo y te amaré por siempre.
Se acerco lo más que pudo, esperando casi una reacción.
Por que al amor no lo mata nada.
Cerró los ojos esperando que al abrirlos despertase de su pesadilla, pero no fue así. Salió de la habitación con una paciencia que se tradujo en siglos. Con la pesadez que te otorgan las grandes y largas batallas.
Se acercó a la sala de enfermeras para indicar que estaba lista. Momentos después un médico y una enfermera concluyeron la larga agonía de su amado.
Hombre – Te he estado buscando toda la noche. ¿Dónde has estado?
Lo ignoró por un segundo, tal vez dos. Saco su encendedor y un cigarro. Se puso el cigarro en los labios realizando toda la secuencia para encenderlo, pero no lo hizo.
Ella (Mirando al horizonte)- No te preocupes por donde estuve anoche. Mejor preocupate por donde estaré mañana.
No digas tonterías.
¿Tonterías? Tu no sabes lo que me ha pedido.
Es su decisión y tu debes apoyarlo. Ya lo intentaste y no lograste nada.
Ella gira bruscamente hacia el hombre, sus ojos están más cristalinos.
Le pedí un año y...
No lo lograste. Debes cumplir tu palabra.
El silencio de los pasillos son una referencia a un cementerio, más que a un hospital. Al entrar a su habitación lo encontró como siempre. Ella tomó su mano, acaricio su cabeza. Su respiración era débil. Se veía tan calmado, tan delicado, tan frágil.
Los doctores me dijeron que estás desahuciado, que tu estado es irreversible. Cuando empezamos esto; nunca comprendí la gravedad del asunto. Tu, tan fuerte; imposible verte en este estado. Nos esforzamos tanto...
El dolor (amor) le hace un nudo en la garganta, da un respiro; profundo, largo y continua.
Ahora debo de aceptar tu partida, pero que nadie me diga que no luche por ti. Porque lo hice. Día a día. Y al carajo las enfermedades; te amé, te amo y te amaré por siempre.
Se acerco lo más que pudo, esperando casi una reacción.
Por que al amor no lo mata nada.
Cerró los ojos esperando que al abrirlos despertase de su pesadilla, pero no fue así. Salió de la habitación con una paciencia que se tradujo en siglos. Con la pesadez que te otorgan las grandes y largas batallas.
Se acercó a la sala de enfermeras para indicar que estaba lista. Momentos después un médico y una enfermera concluyeron la larga agonía de su amado.
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