¿Alguna vez te has sentido solo dentro de una multitud?

Llego y tengo que dar varias vueltas al estacionamiento. Inclusive espero que una señora deje libre un lugar para ocuparlo. Me aturde un golpe sónico, proveniente de un auto que está detrás de mí. ¿Acaso no ves lo que intento hacer?
Trato de ignorarlo, pero cómo ignorar tan magna estupidez. La experiencia se repite y el sonido es recibido por mis tímpanos. Recorre todos mis nervios hasta llegar a mi cerebro, el cual lo traduce en desesperación.
Estoy frente a la entrada, a punto de entrar, donde me atropella un desesperado por llegar a su destino. Mi hombro reconoce su fuerza, mi cerebro no comprende su ignorancia. Trato de justificarlo, pero es imposible justificar tanta ignorancia. ¿Qué puede ser más grande que ignorar a otro ser?
Llego a mi destino, un mundo de música y películas, donde no veo a ninguna persona que me asista o nadie me ve. Pero me aventuro sin muchas complicaciones a la búsqueda de una salida momentánea. Quizá por hora y media o dos horas, lo importante es que me aleje de aquella soledad a la que estoy acostumbrado.
Mis cansados dedos, de tanto pasar una y otra vez películas irrelevantes. Una pequeña pero significativa gota de sudor recorre mi rostro. Son sólo síntomas de mi desesperación. Decido quitarme ese traje invisible que impide que los demás me vean.
A lo lejos veo a un joven, sentado frente a una computadora. Al solicitarle información, él sólo me confirma lo que ya veía venir. La pesadez en mis brazos y piernas sólo me indican que es tiempo de activar mi traje nuevamente. Es así como me desvanezco, nuevamente, ante ese mar de gente.

Comentarios

Entradas populares