La entrega

SEÑOR PATRONI.- (Voz en off) Hola hijo, en la agencia de viajes no llaman para confirmar vuelos. Pero le dije a tu tía Carmen que llame a ANNA para confundirla con tu partida y tú puedas entregarle el anillo. ¿Me oíste?
ANNA.- (Aguantando la risa) Si, señor lo oí. Gracias. Yo le hago llegar el mensaje. Por cierto, la próxima vez márquele al celular, y no al departamento o pregunte con quien desea hablar. (En tono alegre) Gracias.
SEÑOR PATRONI.- (Voz en off, nervioso, apurado) No le digas nada, yo no fui, ciao.
ANNA.- (Contenta) ¡Espere!
(Entra AGUSTÍN)
AGUSTÍN.- (Se acerca a ANNA y le da un beso) Hola... ¿Todo bien?
ANNA.- No se, dime tú. Te piensas ir sin más ni más. ¿No piensas dar alguna explicación?
AGUSTÍN.- No pensé que fuese importante.
ANNA.- (Relajada) No te preocupes, te prepare tu maleta.
AGUSTÍN.- (Confundido) ¿Maleta?
ANNA.- (Caminando de un lado a otro) No empieces con tus bromas. Si tienes que irte pues ni modo.
AGUSTÍN.- (Confundido) Bueno, es que no...
ANNA.- (Relajada) No te preocupes, deje tu pasaporte sobre tu escritorio. Oye, no me pensarás dejar a tu perro, ¿no?
AGUSTÍN.- (Nervioso) No, no. Si me lo llevo. No más déjame ir por algo que dejé en el carro.
(AGUSTÍN sale apenado, antes de que se cierre la puerta vuelve a entra apresurado)
ANNA.- ¿Tan pronto?
AGUSTÍN.- Eres mala, sabes. Tu maldad opaca a la del mismo Diablo.
(ANNA agacha la cabeza, aguanta la risa)
ANNA.- Acepto.
AGUSTÍN.- ¿Por qué siempre arruinas mis planes?
ANNA.- (Se acerca a AGUSTÍN y lo abraza) Porque son bien tontos.
AGUSTÍN.- Fue mi padre, ¿verdad?